miércoles, 11 de abril de 2018

Se inauguró en el desierto la planta solar más grande del Perú

                    Un mar de paneles solares resplandece a media hora de Moquegua. Este lugar, llamado Pampas de Clemesí, forma parte del desierto de Atacama, uno de los más áridos del mundo. Casi nunca llueve y la radiación solar es potente, peligrosa para la salud de cualquier mortal. En este lugar se han instalado más de medio millón de paneles que captan la energía del sol y la convierten en electricidad. Los cientos de miles de planchas de sicilio ocupan 95 hectáreas de la pampa. El complejo se llama Rubí, es la planta solar más grande del Perú y coloca a la pequeña Moquegua, la tierra del presidente Martín Vizcarra, a la vanguardia del país.

El Grupo Enel, de capitales italianos, ha invertido US$ 165 millones en instalar este andamiaje. El gerente general de la subsidiaria Enel Green Power Perú, Eugenio Calderón, afirmó, durante su inauguración, que aquí se pueden generar 180 megavatios por hora (MW/h). Con esa cantidad de energía se puede abastecer a una ciudad con 351 mil familias.
Hace veinte días la pusieron en marcha. Fue uno de los últimos actos en los que participó la exministra de Energía y Minas Ángela Grossheim. Con Rubí empieza a consolidarse un parque de energía solar repartido entre Arequipa, Moquegua y Tacna. T Solar, de capitales españoles, fue la primera en capitalizar los beneficios de la potente radiación que cae sobre el sur. Camino a las playas de Arequipa, casi en el filo de la Panamericana Sur, están ubicadas las zonas conocidas como La Joya y Majes. Allí operan desde 2012 las primeras plantas solares de Latinoamérica. Luego llegó Solar Pack que instaló sus paneles entre el cruce de Ilo y Tacna. En Alto de la Alianza hay otra que genera 20 megavatios. Y pronto, en Intipampa, Moquegua, se inaugurará una con 40 MW.
El sur peruano, como el norte chileno, tiene enormes condiciones para desarrollar energía fotovoltaica. Estudios científicos advierten de una abertura de la capa de ozono que facilita la penetración de la radiación solar. En estas zonas se puede producir un watt por hora en un metro cuadrado. Transformar energía proveniente del sol en electricidad no solo resulta amigable con el medio ambiente; también es barato. Este negocio no está sometido a los vaivenes de los precios internacionales de los combustibles o a la carencia de lluvias que mueven las hidroeléctricas. El sol parece inagotable.

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